Dos parejas protagonizan El peligro de las buenas compañías: las que forman dos hermanas, Lola y Julia, con sus maridos, respectivamente, Tristán y Félix. Tristán, un abogado de prestigio, a punto de llegar a la cima de su carrera profesional, entra en una crisis conyugal severa por los efectos perversos derivados de la mera proximidad familiar de su cuñado, Félix, un individuo sin tacha, bondadoso, servicial, sinceramente tierno, con quien se le compara más de lo que él quisiera porque el cotejo incesante sólo le depara una copiosa lluvia de reproches. Son, pues, estas inevitables comparaciones, sin necesidad de que el cuñado haga nada concreto, salvo ser virtuoso, las que despiertan en Tristán un intenso resentimiento. Entretanto, Lola, profesora de filosofía, desea emprender un nuevo negocio por su cuenta y Julia se somete a una operación quirúrgica ocultando con un divertido engaño a los otros tres, incluido Félix, la gravedad de su enfermedad para evitarles el sufrimiento.
La trama avanza dando muchas vueltas conforme a las convenciones de las comedias de enredo: equívocos, confusiones, malentendidos, suplantaciones, golpes de efecto. Empieza en una cena familiar y termina en una fiesta sorpresa, donde ocurre el inesperado desenlace de los acontecimientos, feliz sólo en apariencia porque está basado en una concatenación de malentendidos.